Plantar un olivo significa un compromiso que va más allá de cuidar un árbol. Significa que vas a aportar a la tierra algo que va a seguir siendo productivo mucho tiempo después de que no estés presente. Es, por lo tanto, un acto de generosidad. También significa seguir un tradición. Un olivo productivo solo tiene sentido si se piensa a largo plazo y en extensiones amplias.
Tradicionalmente, el olivo se planta por esquejes y a principios de la primavera. La planta crecida a partir de semilla es muy pequeña y, por lo tanto, no es recomendable comenzar en ese punto. En la actualidad, muchos viveros venden ya los retoños crecidos, de forma que puedas llegar a ver el árbol adulto y recoger tú mismo los frutos. Esta es una alternativa válida si te urge tener tu olivo ya maduro o quieres crear una plantación rentable en un plazo menor.
Cuidados a tener en cuenta
Un olivo es un árbol mediterráneo que necesita una gran cantidad de sol. Afortunadamente, no es un árbol muy exigente con el suelo y puede crecer en tierras pobres o calizas, siempre y cuando no sean excesivamente húmedas. Es fundamental evitar las plagas si se pretende tener una plantación productiva. Especial atención a la mosca del olivo y cochinilla de la tizne.
La poda
El olivo admite muy bien la poda, siempre y cuando se realice a finales de invierno, de forma que tenga tiempo suficiente para cicatrizar. La forma en la que puede podarse depende del interés que se tenga en la planta.
Crecimiento libre
Sin poda. Se deja crecer el árbol en libertad, con el fin de que adquiera su porte y forma natural. Esto es válido si quiere hacerse del olivo un árbol de sombra. Como inconveniente, un árbol sin podar puede presentar ramas bajas que impidan el paso o asiento cómodo bajo su copa.
Poda de sombra
Igual que la anterior, pero cuidando el detalle de desbrozar las ramas inferiores.
Poda productiva o de fructificación
Si lo que deseas es que tu árbol sea productivo, debes cortar con fruición aquellas ramas que no sean productivas o estén secas o incluso sacrificar algunas que tengan frutos. El árbol redistribuirá sus recursos, de forma que las aceitunas que queden crecerán hasta alcanzar un mayor tamaño.
Aprovechar el producto: aceitunas caseras
Si algo bueno tiene el olivo, es su fruto. Sin embargo, las aceitunas tomadas directamente del árbol, aunque pueden ser deliciosas untadas en pan, no se digieren con facilidad e incluso pueden resultar tóxicas. Conviene, por lo tanto, macerarlas o aliñarlas, para que pierdan algo de ese amargor inicial. Hay varias formas de curar las aceitunas caseras: la curación en agua, en salmuera, en seco o con sosa. Dependiendo del tipo de aceituna, puede convenir más una u otra.
Cuando te decides a plantar un olivo, estás sosteniendo una cultura que se ha extendido durante milenios. Es probable que estés continuando una tradición que te legaron. Pero hay algo más. Al mismo tiempo, estás haciendo un regalo que acorta la distancia con las generaciones que te sucederán.
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